Es la tercera vez en dos años que cambio el color en los muros de este cuarto.
No me sorprende.
He dejado bien abierta la ventana que queda de frente al muro más fresco,
es un púrpura profundo que aún no logra cubrir la mariposa amarilla del mes pasado.
Es enorme. Pareciera que se propone volar, que pronto moverá sus alas, sus cuernillos y se irá.
Mientras yo sigo sentada sobre la cama en medio de todo este lío.
Pero como se parece... como se parece a ese puño carmesí dentro de mi,
con todos sus bordes escurriendo.
Siempre he tenido esas estrellitas en el techo, brillando cuando apago la luz.
Levanto las manos a mi cielo estrellado, quiero alcanzarlo, encenderlo más tiempo.
Amuletos absurdos mamá.
Yo no soy de cuarzo rosa, no quepo sobre tu palma, tus manos no me pueden levantar.
No sirvo para sentarme frente a ti a verme bonita, mamá.
Tengo tus ojos mujer, ¿y no los entiendes?
tengo tu porte, ¿y no te convence?
Estiro mis brazos a mi madre dormida, quiero alcanzarla, encenderla un momento.
Te deformo, pongo tus ojos bajo tus labios, reduzco tu craneo, usas más barba y te dejo calvo.

así que termina pronto,
antes de que ni siquiera atractivo te encuentre.

siamo