Es la tercera vez en dos años que cambio el color en los muros de este cuarto.
No me sorprende.
He dejado bien abierta la ventana que queda de frente al muro más fresco,
es un púrpura profundo que aún no logra cubrir la mariposa amarilla del mes pasado.
Es enorme. Pareciera que se propone volar, que pronto moverá sus alas, sus cuernillos y se irá.
Mientras yo sigo sentada sobre la cama en medio de todo este lío.
Pero como se parece... como se parece a ese puño carmesí dentro de mi,
con todos sus bordes escurriendo.

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