Toqué aquella puerta como de costumbre, la toqué varias veces como de costumbre.
Sentí aquel impulso por ver quién tocaba, corrí las cortinas de aquella ventana,
poquito a poquito asomé los primeros dos tercios de mi cabeza y pude mirarte, tú tan pequeña.
No me importaba la espera, no era para mi nueva, siempre te hacias la que no me escuchaba,
pero todas las tardes volvía hasta tu puerta. Hoy el cielo se ha despejado, hoy de seguro estás por ahí.
Cerré el mosquitero despacio y di vueltas junto a la cama, las manos se me querían hacer nudos, en nudos tenía el alma.
Puedo escucharte ahí adentro mojarte la cara, siento que te estoy viendo mirarte al espejo, enchinar la pestaña.
Vuelvo de nuevo a mirarte desilusionada, cansada de tanto esperar que de vuelta a la chapa.
-Pero ¿por qué no me abres, mujer?-pensé en silencio-Tengo tanto miedo ¿qué te puedo decir?-y de un golpe cerré el mosquitero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

siamo