—A ver, ¿cómo te lo diría? A veces, cuando te miro, me da la sensación de que
estás luchando con todas tus fuerzas contra algo y que lo haces por mí. Y, entonces,
es raro, pero me siento toda sudada, como si estuviera en tu lugar, ¿me entiendes? Tú pareces siempre tan sereno, pase lo que pase, como si nada tuviera que ver
contigo. Pero, en realidad, no es así. Tú, a tu manera, estás luchando con todas tus
fuerzas. Aunque a los demás no se lo parezca. Si no, no hubieras bajado al
pozo, ¿no es así? Pero no hace falta decir que no es por mí por quien luchas a
brazo partido con esa cosa asquerosa, sino para encontrar a Kumiko. Así que
no hay ninguna razón para que yo sude de esta manera, ¿verdad? Eso ya lo
sé, pero a pesar de todo, tengo la impresión de que también luchas por mí. Al
mismo tiempo que luchas por Kumiko, quizá lo hagas también, a la vez, por otras
personas. Por eso a veces pareces tonto. No sé, me da esa impresión. Pero ¿sabes,
señor pájaro-que-da-cuerda? A veces, cuando te veo, me pongo nerviosa. Es que no
tienes ninguna probabilidad de ganar. Si tuviera que apostar mi dinero, me sabe
fatal, pero lo apostaría a que pierdes. Me caes súper bien, pero no quiero arruinarme
contigo.
May K.
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.
HARUKI MURAKAMI